¿Todos somos managers? ¿Y también diseñadores?

Pensando en la tecnoantropología como profesión (II)

En el último post llegaba a una conclusión curiosa: No hay una verdadera oposición entre ciencia y tecnología, sino maneras de hacer ingeniería. Las ciencias y las humanidades son conocimientos que se apegan a las soluciones tecnológicas para hacerlas, además de prácticas, significativas. El ser humano es un ingeniero y ha sobrevivido en el mundo y en la sociedad haciendo de ingeniero. Pero esta ingeniería no sólo se aplica a las cosas sino, y también, a las palabras. Visto así, incluso un teólogo es un ingeniero. Sus reflexiones metafísicas son, igualmente, el fruto de un procedimiento ingeniero. Quizás no construya una catedral, pero cuando construye un argumento en favor del significado de la vida está, sin duda, haciendo ingeniería con las palabras. El esfuerzo de sobrevivir en el mundo requiere al ser humano un continuo acto de ingeniería, sea cual sea su escala de aplicación. Ser humano es ser ingeniero. Cuando lleno una cuchara con sopa y me la llevo a la boca sin derramarla, estoy haciendo de ingeniero, no de científico.

Hoy añado una coletilla. No solo todos somos ingenieros y nuestra vida ha sido ingeniada en lo físico, lo social y lo simbólico sino que, además, todos somos managers, somos gestores de nuestro ser y de nuestro estar. El razonamiento es el mismo. No podemos dejar de organizarnos para poder vivir en el mundo. Hagamos lo que hagamos estamos todo el día gestionando nuestra vida. Incluso, cuando aparentemente no hacemos nada, sí que hacemos, estamos no-haciendo algo. De la misma manera que los comunicólogos de Palo Alto insistieron en que por el hecho de estar vivos y de percibir no podemos nunca dejar de comunicar, tampoco podemos dejar de hacer, porque, hagamos o no hagamos, seguimos siendo y, si somos,  lo que no podemos, es dejar de ser mientras somos. Visto así, el dilema filosófico del ‘ser o no ser’ que tanta tinta ha consumido carece, en realidad, de sentido. Es una falacia. Mientras sigamos con vida no podremos dejar de ser ni de estar. No podremos dejar de manejar nuestra realidad ingeniera porque, desde el momento que tenemos consciencia de nuestra interacción con el mundo no podemos dejar de administrarlo. Podremos manejar la realidad que nos rodea con mayor o menor grado de planificación, organización, capacidad de mando y herramientas de control pero, por el simple hecho de ser y estar en el mundo con nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra consciencia, ya somos managers. El cuerpo que se mueve con la ayuda de la mente nos hace ingenieros. La consciencia nos hace ser managers.

Somos ingenieros y somos managers. ¿Somos también diseñadores? Yo diría que también. Nos pasamos el día tratando de manejar y de gestionar nuestra vida, y, con frecuencia, la de los otros. Por el simple hecho de querer algo y hacer algo para conseguir lo que queremos estamos planificando como vamos a emplear nuestro ingenio y, al hacerlo, estamos manejando recursos más o menos abundantes. Si esto tiene una forma, sea cual sea su grado de definición, esta forma es un diseño. Por lo tanto, al manejar nuestras competencias ingenieras estamos diseñando nuestro futuro. Será más cercano o lejano, será el resultado de un proceso más o menos consciente, pero por el simple hecho de proyectar estamos haciendo un acto de diseño, o mejor aún, de designio. Somos diseñadores pero no por adopción, sino porque estamos interpretando continuamente nuestra experiencia y re-diseñando nuestra concepción del mundo cada vez que añadimos información y conocimientos a nuestra memoria. Desde el momento que nos comunicamos tampoco podemos dejar de diseñar.

Entonces, si resulta que somos ingenieros, managers y diseñadores ¿por qué en la académica aún se enseña que los antropólogos son científicos y no ingenieros? Al querer hacer ciencia contraponiéndola a la ingeniera, el management y el diseño se confunden los términos. Y, al confundir los términos, se acaban haciendo juicios de valor sobre la naturaleza de la profesión que recuerdan la pretendida antinomia medieval entre filósofos (o teólogos) y artesanos. 

Puede que el lector de este blog se pregunte ¿Cuál es el por qué de estos dos últimos posts sobre  identidad en un blog de tecnoantropología? Pues, que hablando con los tecnoantropólogos al final resulta que nos consideramos más ingenieros, managers y diseñadores que ‘científicos’. Analizamos e interpretamos el mundo para construir algo distinto a él, ya tenga forma de cosa, de relación o de idea. Una teoría científica es una obra de ingeniería, tiene un diseño y sirve para manejar el mundo en el que vivimos. Si esto es así, parece que la ciencia no es lo que pretende ser. Atendiendo a los resultados,  lo que hacemos los tecnoantropólogos es más ingeniería que ‘ciencia’. Sin embargo, estamos demasiado acostumbrados a dar por innegable el estatuto de la ciencia den nuestra profesión. Pero, los tecnoantropólogos con los que me relaciono, no tenemos ningún problema en pensar nuestra actividad como ingeniera. Y, con frecuencia, coincidimos en que los tecnonatropólogos deberíamos estas más próximos a las universidades politécnicas que a las científicas.