¿Qué es lo profesional y lo académico en una Tecnoantropología?

Ayer tuve un debate muy interesante con Artur Serra en el i2CAT. Estamos preparando un libro sobre la fundamentación de la Tecnoantropología con Iñaki y nuestros colegas mexicanos como corolario del seminario en el COLEF que tuvo lugar en Tijuana el pasado mes de septiembre. 

Yo le había pasado un borrador de mi capítulo sobre Antropología y Tecnoantropología en el mundo de la innovación y el me respondió que había un punto en el que discrepábamos. En el artículo yo distinguía la antropología profesional de la académica en términos de cual es el destino de su actividad (y bromeábamos con la imagen de que el despacho del antropólogo académico se encuentra en la universidad, y el del profesional en una consultoría). Estábamos de acuerdo en que la antropología académica distingue con fuerza la teoría de la práctica mientras que, en la profesional, prima más una estrategia mixta de learning by doing. En la instrucción académica es habitual que, primero, se fundamente la disciplina y, luego, se lleve a la práctica. La  teoría guiará la practica y la practica hará repensar la teoría. Esta dinámica forma un ciclo de conocimiento que retroalimenta el sistema. Las tesis doctorales de Antropología Social y Cultural, por ejemplo, acostumbran a proceder de esta manera. El estado del arte es el punto de partida de la investigación y, con su investigación, el académico aportará alguna cosa al banco de conocimientos y experiencias de la profesión. Es decir, a través de la legitimidad que le proporciona el trabajo de campo hará una contribución al corpus teórico de la disciplina.

Siguiendo los trabajos de Watzlawick, Beavin y Jakson sobre El lenguaje del cambio, yo comentaba a Artur que en la antropología académica la secuencia de la relación entre teoría (T) y práctica (P) se puntúa T-P-T (Léase: La teoría proporciona la guía para la práctica y la practica proporciona estímulos para repensar y mejorar la teoría). En cambio, desde una antropología profesional, la secuencia de la relación entre teoría y práctica se formula de otra manera: P-T-P (La práctica hace repensar la teoría para mejorar la siguiente práctica). Desde luego que en toda práctica siempre hay una teoría previa o implícita de la misma manera que en todo teoría hay una práctica previa. La realidad siempre es más compleja de como la explicamos. Así que, en rigor deberíamos escribir (P)-T-P-T en el primer caso y (T)-P-T-P en el segundo. Pero no hace falta complicarlo tanto porque el resultado es el mismo. O empezamos y terminamos por una teoría o por una practica. Era en este escenario comparativo que yo relacionaba a la Tecnoantropología con la secuencia P-T-P.

Pero, Artur, me recordaba que la narrativa sobre la diferencia entre un conocimiento teórico y un conocimiento práctico viene de la división entre filósofos y artesanos de la tradición griega. Y que esta división ha dado lugar a la actual división entre Ciencia y Tecnología, entre lo que son las universidades y las ingenierías. Y que, en un momento dado, las ingenierías necesitaron ir más allá del marco de su aplicación y empezaron a teorizar sobre lo que estaban haciendo. Es decir, una actividad ingeniera que era eminentemente práctica tuvo que hacer un esfuerzo de fundamentación teórica para mejorar su práctica. Cuando esto sucedió crearon sus propias universidad,es pero se trataba de (universidades) tecnológicas o politécnicas. Por otro lado, la búsqueda de una teoría del conocimiento tecnológico dio lugar al surgimiento de las Ciencias del Diseño o de lo Artificial (en referencia al libro de Herbert Simon: The Sciences of the Artificial, específicamente el cap. 5), que son distintas a las Ciencias Naturales. En los US, ponía Artur como ejemplo, esta distinción ha dado lugar a universidades ‘científicas’ fundadas, por un lado, por pastores protestantes como la de Harvard y Yale o cuáqueros como la de Cornell y, por el otro, universidades tecnológicas fundadas por industriales como el MIT o Carnegie Mellon donde Artur hizo su tesis sobre Design Culture. Por lo tanto, efectivamente, estamos antes dos tradiciones de conocimiento uno racionalista y/o empírico y el otro práctico y pragmático. Hasta aquí estábamos de acuerdo.

A partir de aquí la pregunta era: Cuando los tecnonatropólogos reflexionan sobre su experiencia, ¿Qué tipo de antropología hacen? ¿Una que es propia de la antropología académica o de la profesional? Artur postulaba que aquello era antropología propia de la academia y discrepaba conmigo porque yo había ubicado la teoría de la Tecnoantropología en el terreno de lo profesional. ¿Por qué habíamos discrepado en este punto? ¿Qué dábamos por supuesto en nuestros argumentos que llegábamos a dos polos distintos?

Al final, después de darle varias vueltas, concluimos que lo que había era, en realidad, dos maneras de hacer teoría. Que la teoría que se hace desde la práctica profesional no era la misma que la elaborada desde la práctica académica. Había una teoría académica y una teoría profesional. Una era la teoría de la ciencia natural (para la ciencia) y otra la teoría de las ciencias del diseño (para la tecnología). Y que, en adelante, teníamos que hablar de teoría para las ciencias naturales y de teoría para las ciencias del diseño. En definitiva, que, como tecnoantropólogos, cuando hacíamos teoría de la tecnoantropología seguíamos manteniendo el estatus de profesionales porque, el contexto en el que surgía esta reflexión, venía inducido por las necesidades de expandir la práctica de una actividad, la de una etnografía para el desarrollo del mundo y la cultura de la innovación.

Esta conclusión a la que llegamos a través del diálogo tuvo tenía sentido para nosotros porque nos permitía distinguir algunos aspectos que, a mi entender, necesitan una clarificación urgente ya que son una continua fuente de malentendidos. A continuación planteo una síntesis como contribución a esta clarificación. Lo hago en forma casi de corolario y utilizando el escenario del diseño y la tecnología:

  • Hay unos estudios académicos sobre Cultura Material y sobre Ciencia, Tecnología y Sociedad que pueden ser abordados desde una teoría más o menos funcionalista, naturalista, crítica, feminista u otras.
  • Hay una Antropología (del mundo) de la Tecnología. Esta Antropología es igualmente académica porque estudia la tecnología como fenómeno en el mundo.
  • Hay una Antropología del (mundo del) Diseño. Esta Antropología también es académica porque estudia el fenómeno del diseño como fenómeno especifico. Su objetivo no es diseñar sino entender el mundo del diseño con sus objetos, agentes y sus prácticas.
  • Pero, luego, hay una Antropología para el (trabajo de) diseñar. Esta Antropología hace una etnografía orientada a la investigación de los usuarios (User Research) con la finalidad de mejorar la usabilidad y aceptabilidad de los productos. Esta Antropología es profesional, aplicada y practica, es empírica y tiene una orientación naturalista. Su objetivo es resolver problemas. Esta antropología es una Tecnoantropología.
  • Hay una Antropología (desde las ciencias del diseño o sea, concebida como ingeniería) que diseña realidades sociales y culturales. Esta Antropología es profesional y requiere una Antropología para el diseño y el desarrollo que contraste sus diseños y prototipos con la realidad. Esta antropología es sintética (como a Artur le gusta llamarla por analogía con la biología sintética) y anticipadora o futurista (como le llamó Margared Mead en Culture and Commitment) o especulativa. Es una antropología que se ocupa no de lo que son las cosas sino de lo que podrían ser las cosas. Es un antropología que identifica posibles problemas y se explora qué sucedería si tal o cual cosa fuera real. Esta Antropología es también una Tecnoantropología.

A veces, estas cinco maneras de hacer antropología se plantean como excluyentes, como sucede en las diatribas de salón entre académicos y profesionales. Pero, en realidad, son complementarias y deben integrarse como parte de un proceso de formación y profesionalización de los antropólogos. Los tecnoantropólogos para poder ser consultores y tener las competencias profesionales requeridas deberían tener en su currículum formación y  trabajo de campo en proyectos académicos de Antropología de la Tecnología y Antropología del Diseño para, luego, poner en práctica una etnografía para la innovación y una tecnoantropología profesional. Es decir, deben conocer el modelo T-P-T para, luego, llevar a la práctica el modelo P-T-P. Y, aquí es donde los tecnoantropólogos se distinguen  de los antropólogos que siguen utilizando el modelo T-P-T. Cuando hacen teoría lo hacen para enriquecer el corpus de conocimientos prácticos de la Tecnoantropología.